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A menudo se hace referencia a las dificultades que implica para el público en general la práctica del tenis por ser un deporte poco accesible y por necesitar de instalaciones concretas para su práctica. También se habla muchas veces de la importancia de estar en compañía de un buen entrenador o entrenadora que supervise la práctica del alumno. Pero, ¿es suficiente sólo con ir a clases para aprender a jugar al tenis?

Aunque la aparición de las nuevas tecnologías ha generado probablemente más sedentarismo en los jóvenes, todavía puede verse en las calles a los niños y niñas jugando y también en los colegios, los alumnos siguen aprovechando los recreos para hacer todo el deporte posible. La oferta deportiva es cada vez más grande y la construcción de espacios deportivos es también cada día mayor, con lo cual, hay muchos niños y niñas que practican deporte todos los días y que lo aprenden a base de práctica; o bien en la escuela, o bien en la calle, o bien en los espacios deportivos. Pero ¿qué pasa con los deportes que no están tan promocionados en los colegios? ¿qué pasa con los deportes que no pueden practicarse tan fácilmente en la calle? ¿Se puede adquirir la destreza necesaria en un deporte como el tenis practicándolo sólo una vez o dos veces por semana cuando tengo clase con el entrenador?

En la mayoría de escuelas de tenis, los programas de entrenamiento en la escuela base van de una a tres horas por semana. Con lo cual, los entrenadores pretendemos que el alumno que viene a clases durante ese tiempo adquiera la formación técnica necesaria para ir desarrollándose como jugador al cabo de unos años. Pero, ¿qué ocurre con esos alumnos que se han quedado por el camino? ¿Por qué vemos niños y niñas con la edad de 10 o 11 años que han adquirido una técnica y un juego muy superior al de otros?

En mi opinión hay un elemento muy importante en el aprendizaje del tenis y de cualquier deporte que es la práctica fuera de clase si va acompañada también de tiempo de práctica con el entrenador. La práctica no supervisada es ese tiempo tan necesario que el alumno dedica a la práctica deportiva fuera de clase, ya sea solo o acompañado, jugando contra una pared o con amigos, bien en pistas de tenis o bien en cualquier otro espacio no reglamentario.

En mi experiencia como entrenador, hay un elemento común en todos los alumnos y alumnas que han conseguido superar con éxito su paso por la escuela base y han continuado su carrera tenística: todos y todas tienen muchas horas de práctica fuera de clase. Por ejemplo, los alumnos que llegan al entrenamiento con media hora de antelación y aprovechan para jugar contra una pared sin supervisión del entrenador, tienen media hora más de práctica al día que aquellos alumnos que llegan justos para entrar a la clase. Media hora al día supone una hora de práctica más a la semana (suponiendo que entrena dos días a la semana), y eso, al cabo de un año son bastantes horas. Aquellos alumnos que se van de viaje y ponen las raquetas en el maletero del coche, porque saben que encontrarán cualquier lugar para jugar en el sitio que van a visitar o que convencen a sus padres, a un primo, o a una hermana para jugar al tenis en un evento familiar, o aquellos para los que simplemente, cualquier excusa de coger una raqueta es siempre buena, aunque sea para dar unos botes contra el suelo en casa, estarán sumando horas de práctica a su deporte y por tanto mayor aprendizaje.

La práctica no supervisada, práctica fuera de clase o sin entrenador es muy importante en la formación del alumno y dado que, el tenis es un deporte complicado de practicar en todos los sitios y que es muy costoso hacerlo todos los días en el club, debe facilitarse cada vez que sea posible. Por otro lado, a los niños y niñas les encanta compartir aficiones con sus padres y jugar con ellos puede ser también una buena oportunidad para desarrollar este tipo de práctica.

Fran Guerrero